Dejé de tener miedo,
cuando me di cuenta que no era necesario en mi vida;
ya que hay muy pocas cosas que realmente pueden lastimarme.
La mayoría de los problemas que puedan presentarse,
son imaginarios,o no son tan grandes como yo creía.
Dejé de tener miedo,
porque me detiene, me paraliza;
y no me ayuda a conseguir nada,
Dejé de tener miedo, al paso de los años…
cuando me di cuenta que, los años igualmente pasaran,
a pesar de lo que diga, o lo que yo piense.
Lo único que me queda es disfrutar y bendecir cada día,
como un regalo de vida.
Dejé de tener miedo, a la soledad…
cuando me di cuenta, que,
en realidad, nunca estaré solo;
si así, yo lo decido;
siempre habrá alguien ahí, para compartir mis alegrías
y algunas veces mis penas.
Solo tengo que aprender a valorar, el amor y la amistad.
Dejé de tener miedo a lo que digan los demás…
cuando me di cuenta que, nadie puede conocerme más;
de lo que yo pueda conocerme a mí mismo;
ya que, como todos,
tengo sentimientos y pensamientos únicos.
Y es lo que me hace, quien soy.
Lo que me hace diferente.
Es mejor seguir, mi propio camino
y dejar que los demás, sigan el suyo.
Dejé de tener miedo a las cosas triviales,
como mojarme con la lluvia,
al frio de la noche,
a la oscuridad,
a la indiferencia, al rechazo, al fracaso…
Ya no me preocupa lo nuevo, ni lo desconocido,
ni los azares de lo que llamamos suerte…
ni el agobio por el futuro…
aunque parezca incierto.
Ya no me asusta, todo aquello que no pueda controlar.
Para así enfocar mi mente y mi fuerza,
hacia las cosas que, si dependen,
del poder de mis decisiones.
Dejé de tener miedo a la muerte…
Cuando me di cuenta, que,
de todas maneras, moriré…
Aunque no conozca, ni el momento, ni el lugar…
Es el camino, por el que todos llegaremos a transcurrir.
Lo único que podemos elegir, es...
que haremos con nuestra vida, antes que llegue la hora,
de ese inevitable final.
Y por todo esto,
¡Dejé de tener miedo!…
Al elegir y hacerme responsable,
de mi propio... destino.